De él aprendí que la amistad lo es todo. La amistad vale más que el
talento. Vale más que el gobierno. La amistad vale casi tanto como la
familia.
Era un fin de semana de septiembre, llegó a mis manos como parábola
sorpresiva con presagio de adicción y devoción de sacramento. Husmeaba entre
los usados libros en venta de la calle Ayacucho cuando lo vi de perfil y
recostado sobre el armario, estaba ahí, olvidado , medio despedazado con olor a
naftalina de hojas amarillentas vetustas. Llevaba el
título en ingles The Godfather
traducido al español El padrino, al
medio de la portada , inmortalizada la
foto del legendario Marlom Brando.
Fue todo un hallazgo que inspiró
lo que en los venideros días sería 443 páginas de viciosa lectura. No sabía que
este libro, escrito por Mario Puzo,
había servido de guión a una de las películas más taquilleras del mundo
hollywoodense. A decir verdad tampoco había visto antes alguna de las tres
películas que conforman la saga de El Padrino. Quizás fue mejor así , ello me
permitió disfrutar cada capítulo sin el vaticinio molestoso de saber qué es lo
que va suceder en la vida del patriarca Corleone y su familia.
Debo admitir que este libro fue una especie de manual de carreño para
mi, almenos en cuanto a normas de conducta organizativa. Si bien es cierto
muchas de las historias que relata describen a la perfección el funcionar del
mundo de la mafia. También es cierto que algunas de estas formas se aplican en
la vida real, en distintos escenarios y estratos. La ley del silencio o de la
omerta que aplicaban las familias Ítalo americanas en el Nueva York de los
40 no es más que el secreto a voces del
delito por peculado de nuestros días.

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